La capital lusa, tan cerca siempre, nunca decepciona, y un fin de semana da para mucho, siempre y cuando no cometas el error de intentar ver todo. Es cierto que, como advertía hace poco Arturo Pérez Reverte, el turismo de ferry que inunda gran parte de la ciudad te hace sentir muchas veces como en un gran parque de atracciones, pero siempre hay trucos para evitarlo, por ejemplo madrugar, y así se aprovecha para desayunar un café (excelente siempre) con un pastel de nata, un bolo de arroz o una torrada en A brasileira o en cualquier lugar del centro.
Y, por supuesto, para ir a esta bellísima ciudad hay que llevar siempre a mano una cámara de fotos, da igual si es una de móvil o una profesional. Lo importante es que te permita captar lo que te vas a encontrar, que seguro que va a ser sorprendente. Subir por el laberíntico barrio de Alfama o Castelo, bajar por Graça hasta Santa Clara para ver la Feira da Ladra, un rastro que no tiene nada que envidiar al nuestro castizo, ver la totalidad de Lisboa desde cualquiera de los muchos miradores ubicados a lo largo de las siete colinas en donde está ubicada la ciudad (no solo va a ser Roma). Todo un festín de color, de gentes y de historia con la que te puedes dar un atracón de fotografías.
Para descansar de cuestas y turistas, también puedes hacer una escapada hacia la costa, bien a la península de Setúbal, con playas impresionantes, o a la más rocosa costa de Cascais/Estoril. Esa fue mi opción, con la intención de ir a la caza de los muchos faros y fortalezas que se pueden encontrar en esta zona.
En fin, una escapada ideal para un buen fin de semana fotográfico, muy recomendable. Si quieres ver algunas de las fotos que hice visita mi página web: https://fernandojimenezbarrero.com/